a finales de septiembre del 2002 estaba pensando en lo que me iba a poner.Aunque nos conocíamos en profundidad,era nuestra primera cita. Toda la semana le había dado vueltas al tema: quizás super sexy para arrasar, sencilla para no equivocarme,ejecutiva agresiva...................ni idea. Quería estar guapa, pero ser yo misma.Él conocía de sobra mis gustos, mis pensamientos, mi idea de la vida y del amor,pero aún así le quería sorprender gratamente.Además de todos estos "grandes problemas" me asaltaba la duda de si era una buena idea, si lo nuestro cuajaría,si realmente la atracción que sentíamos el uno por el otro era realmente el preludio de un amor o un mero espejismo.Tal vez lo que nos separaba fuera más fuerte que lo que nos ataba el uno al otro.No pude concentrarme en el trabajo en toda la semana anterior.Pero como todo llega, también llegó el gran día del encuentro.
Me presenté a buscarle al trabajo en mi coche:falda de cuero negra(pero larga),camisa de gasa de flores sin mucho escote pero sugerente,unas gotitas de Deep Red de Hugo Boss y unos botines color vino preciosos y que empecé a odiar a media tarde.(que no se le ocurra a nadie estrenar zapatos cuando vas a andar mucho, mucho, mucho....).Tuve que esperarle media hora, con el corazón a punto de salirme del pecho.Pensé en marcharme en ese momento como diez veces, pero ya una semana anterior me había rajado y no quería volver a hacerlo.Tenía que enfrentarme a la realidad y ya está, que pasara lo que pasará.
Y llegó por fin con traje, pero la americana del brazo.No recuerdo muy bien como nos saludamos,porque yo estaba nerviosísima.Había reservado una mesa para comer pero no sabía que hacer.Ya dentro del coche, él me cogió de la mano y me tranquilizó (Todavía hoy lo hace, darme paz y calmarme).Estuvimos dando vueltas con el coche por todo Madrid, yo intentando ubicarme sin que me diera la risa tonta, y él dominando más la situación y supongo que intentando como yo encontrar el modo de romper la inseguridad del momento.De repente en un semáforo me preguntó si podía besarme, y yo contesté rápidamente y sin pensarlo: "claro que sí". Fue un momento dulcísimo que consiguió hacer desaparecer todos mis miedos y que volviera a ser yo misma.
¿Se pueden contar los besos? Los de ese primer día, no. Era un beso continuo.Aparcamos el coche en el retiro, y tardamos horas en llegar al cine, en ir a cenar, a tomar algo después por el centro, porque no podíamos andar cuatro pasos sin besarnos continuamente.Ese día no hablamos mucho,que también, porque un día entero y parte de la noche da para mucho, pero lo teníamos casi todo hablado los tres meses anteriores.Y seguíamos besándonos........
Llegué a mi casa muy tarde, con los pies hechos un asquito, y los labios escareados para unos cuantos días, pero completamente feliz.